Cuando hace algo más de 8 meses me propusieron subirme al barco de la producción de césped natural, lo tomé como un nuevo reto profesional en el que aprender sobre una parte del sector que no conocía.
El proyecto que me presentaba Novogreen con el asesoramiento de Acttua Golf Services me atraía y mucho. Recuerdo las palabras de la dirección de Novogreen en la que exigía como meta conseguir que en los viveros de producción se trabajara como se hace en un campo de golf: con atención a los detalles y a la preparación diaria.
La cantidad de variedades (en el caso de Novogreen son 17), la calidad exigida, la posibilidad de hacer ensayos y pruebas de distintos productos y valorar la evolución en la planta, hacían de este proyecto un bonito reto.
Inicialmente, podría pensarse que las cosas que básicamente tienen en común un campo de golf y la producción en vivero son todas aquellas que buscan potenciar densidad y calidad visual. La frecuencia de corte y la calidad del mismo es primordial porque en nuestro caso debemos destinar la mayor parte de reservas de la planta a generar tanto raíz como densidad. El resto de tratamientos tanto de fungicidas como de herbicidas son por supuesto exactamente iguales.
En cuanto a las grandes diferencias, la más llamativa es la maquinaria. En un vivero todo es a lo grande, ya que tenemos una gran extensión y es necesario contar con máquinas que sean eficientes. La mayoría de máquinas de corte, tanto las de corte helicoidal como rotativas, son de nueve unidades arrastradas por tractor que hacen que una quíntuple de calles parezca muy pequeña a su lado, aunque por supuesto, y para cultivos específicos, también disponemos de quíntuples, tripletas e incluso manuales. Dentro de las máquinas hay que tener especial cuidado cuando éstas cambian de variedad a cortar; en ese caso debemos evitar posibles contaminaciones, y para ello hemos establecido mecanismos rigurosos en el proceso de lavado.
Otra de las diferencias respecto a los campos de golf lo constituye el riego. Todos nuestros viveros se riegan mediante el accionamiento de un pívot central. Adaptarte a que el ciclo completo de riego llegue a ser de 14 horas, y por supuesto a que solo puedas elegir el sentido de giro para poder priorizar una zona sobre otra, hace que al principio la gestión de la humedad sea complicada. Además, para dificultarlo aún más, debemos entender que dentro de la misma rueda tenemos distintas variedades con distintas necesidades hídricas, y aquí la opción de dar un refresco de 3 minutos en pleno verano no es posible. Sin embargo, tenemos algunas ventajas, como poder encharcar en un momento de necesidad y que los buggies no dejen marcas.
También tenemos algunas zonas con riego en cobertura en las que la gestión de cualquiera de estos trabajos sí que es similar a la de un campo. Todo esto hace que la organización de muchas tareas no estén influenciadas por el juego como en un campo, pero sí debemos adaptarnos a las limitaciones que nos impone nuestro sistema de riego, programando abonados y los distintos tratamientos que deben ser regados en función del tiempo que tarde en llegar.
Por supuesto, una de las partes más importantes era totalmente desconocida para mí cuando llegué: la extracción de tepe, con interminables jornadas nocturnas en pleno verano para extraer con la menor temperatura posible, y que la entrega al cliente se realice lo antes posible y en las mejores condiciones, coordinando por supuesto todos los trabajos con la logística.
Aun así he visto cocerse rollos, eclosionar huevos y desarrollar alguna enfermedad en el camión en el transcurso del viaje, sin rastro visual en finca de ninguna de ellas, pero que han dado la cara al llegar al cliente final. A todo esto vamos poniendo las soluciones oportunas con tratamientos preventivos en las zonas de extracción.
Contar con máquinas automatizadas como esta facilita muchísimo el trabajo y hace que podamos extraer hasta 7 u 8 camiones de rollo estándar en una noche en la finca de Tarragona. También realizamos extracción de esquejes, piquetes o galletas, rollos en medidas de 0.75 m. y de 1,20 m., así como el hecho de tener una de las pocas lavadoras de tepes existentes en Europa para poder suministrar tepe a raíz desnuda.
Otra de las diferencias es la posibilidad de trabajar el suelo una vez extraído el césped, poder realizar distintas labores culturales para romper suelo de labor, oxigenar, aplicar enmiendas, y trabajar con las deficiencias o excesos de algunos elementos en el suelo que limiten nuestra producción. Dedicamos muchos recursos en la época previa a la siembra, a la preparación del suelo, ya que de ello dependerá en gran parte una buena y homogénea nascencia, y de ella una buena producción en los meses siguientes.
En este tiempo también hemos realizado en el vivero infinidad de pruebas y ensayos con herbicidas, reguladores de crecimiento, fungicidas, abonos, aminoácidos, hormonas, etc.
En definitiva, creo que con las directrices a Javier Gutiérrez vamos generando una metodología de trabajos en el vivero muy similares a los de un campo de golf, consiguiendo pasar de trabajos más agrícolas a una mejor eficiencia y presentación final de producto, cumpliendo así con las necesidades marcadas por la dirección de Novogreen.
Pablo Lasuén Gijón
Departamento de Producción Novogreen